Bitacora de un caramelito


Bitacora de un caramelito

Con mi querido esposo aprendí a sentir el tacto en otros ámbitos aparte del amoroso. Aprendí a aguantar una escena de celos, un momento de reclamos, a mirarlo a los ojos mientras follaba, aprendí a repudiarlo y a volverlo a encontrar en la Coca-Cola y la anfetamina. Con él, me mantuve en pie durante mucho tiempo hasta su partida, 

Mi querido fue un aliento, un átomo, un solsticio, una tonada en sol solecito, un carnaval de ironía. Mi querido fue un momento de angustia y un momento de cariño, un momento de sonrisas y un momento de tranquilidad, un momento de crudeza... me dijo que yo me creía un cuento, le dije que era un masoquista, me dio dos bofetones, yo le di cuatro patadas, me abrazó con siete brazos, lo bese en la espalda y en la entrepierna.

Mi querido era emoción pura, catalepsia, explosivo, coma, fragmentación, reposo, movimiento, complemento. ¿Y qué decir de aquél quien abandona sin abandonar, quien respira lejos en otro país por mis mejillas, quien sonríe cuando me recuerda mientras se folla a un argentino? Nada, que fue grato y bienvenido por todo lo que vivimos, que sus besos y miradas se van en forma de cuento/poesía, que podré viajar e irlo a buscar por mi obsesión de esposo amoroso que busca que su cónyuge cumpla con sus obligaciones.

Mi querido exesposo... mi querido y bello exesposo.