Bogota (IIII)

9:37

En Bogotá el sol mira con displicencia todavía, pero ya se empiezan a sentir sus rayos. Algunos estamos encerrados en una oficina, otros estarán abriendo los ojos, mirando su celular y volverán a dormir.
Ayer tuve un sueño en el que las ovejas no se dejaban contar, todas me miraban con preocupación. Folle con algunas, pero seguía cansado de mí mismo. Desperté con un sonido de crack en mi cabeza y recordé que debía de revisar tres textos, cuatro poemas e ir a la oficina a trabajar. El sol sigue mirando sin fuerza, como si aquí en Bogotá no llegara la conexión wifi de Dios tan fácil y por eso aparecen robos y tristeza por toda parte.