La mano de Buda

La mano de Buda

La mano de Buda no solo protege a quien la acaricia, sino que también ahorca a quien la atormenta. Quien osa echarle la culpa al universo de sus malos pasos, convoca su propia soledad. Quien espera que todo le sea dado en el momento de su desgracia es porque desconfió de las advertencias dadas. Así, pues, quien estrecha la mano de Buda en busca de consuelo solo encuentra lo que reverbera en su alma.