De La Brevedad De La Vida - Séneca (Apuntes)

De La Brevedad De La Vida - Séneca (Apuntes)

Les acosan y asedian vicios por todas partes y no les dejan levantarse ni alzar los ojos a la contemplación de la verdad. Los empujan para hundirlos y sujetarlos en sus ansias, nunca se les permite recurrir a sí mismos. Si alguna vez acaso les toca en suerte algún descanso, como en mar profundo en el que incluso tras la ventolera sigue el balanceo, sobrenadan agitados y jamás para ellos hay descanso de sus ansias.

Todo como mortales lo teméis, todo como inmortales lo anheláis.

¡Qué tarde es empezar a vivir justamente cuando hay que dejarlo!

Nunca el sabio se rebajará a términos tan bajos, nunca estará medio prisionero, siempre gozará de entera y real libertad, suelto y dueño de sí mismo y puesto por encima de los otros.

Toda la vida hay que estar aprendiendo a morir

Cada cual acelera su vida y padece añoranzas del futuro y hastío del presente.

Todo ya se conoce, todo ya se ha experimentado hasta la saciedad; del resto, que la pura suerte disponga como quiera.

Ése no navegó mucho, sino que lo han zarandeado mucho.

Como que es fácil administrar lo positivo aunque sea escaso; hay que guardar con mayor cuidado aquello que no sabes cuándo habrá de faltarte.

Nadie te restituirá esos años, nadie de nuevo te devolverá tu propia persona.

Todas las cosas venideras quedan en la incertidumbre: vive de inmediato.

La vida se divide en tres momentos: el que ha sido, el que es, el que será. De ellos, el que ahora recorremos es corto, el que vamos a recorrer es dudoso, el que hemos recorrido es seguro.

Es propio de una mente tranquila y serena recorrer todas las etapas de su propia vida; los espíritus de los atareados, como puestos bajo un yugo, no pueden darse la vuelta y mirar atrás.

Por eso, cuando a la sazón llegue el último día, el sabio no dudará en ir al encuentro de la muerte con paso decidido.

Los únicos entre todos que están desocupados son los que dedican su tiempo a la sabiduría.

De manera que la vida del sabio se extiende mucho; a él no lo encierran los mismos limites que a los otros; es el único que se ve libre de las leyes del género humano; todas las épocas como a un dios le prestan servicio. Que algún momento ya pasó: lo posee mediante el recuerdo. Que es inminente: lo aprovecha. Que habrá de llegar: lo toma de antemano. Larga vida le otorga la reunión de todos los momentos en uno solo.

Pierden el día aguardando la noche y la noche temiendo el alba.

No faltarán hombres de cabal honradez y laboriosidad incansable; tan buenos para llevar carga son los lentos mulos como los nobles caballos, pero ¿quién abruma alguna vez con pesados sacos los sueltos andares de un caballo de raza?

Con gran disimulo ocultaban un mal que sólo en sus entrañas se escondía, sin duda con razón, pues ciertos males hay que curarlos sin que se enteren los enfermos: ha sido causa de muerte para muchos el conocer su propia enfermedad.

En esta clase de vida te aguardan muchas habilidades nobles, el amor y la práctica de las virtudes, el olvido de los deseos, la ciencia de vivir y morir, un hondo descanso de todo.

Les dura más tiempo el deseo de trabajar que la capacidad; combaten contra la flaqueza del cuerpo, a la propia vejez no la consideran pesada por ningún concepto si no es porque los pone aparte

Llaman al suicidio eulogos exagoge, que quiere decir «la salida razonable». La muerte voluntaria es, pues, para ellos un acto de razón. La buena muerte (euthanasia) es un don de los dioses y la muerte más humana.

El hombre valeroso y sabio no debe huir de la vida a la carrera y atropelladamente, sino más bien salir de ella despacio y con elegancia.