Mandragora (II)


Mandrágora (II)

En mi cabeza vive un dragón que se acurruca para llorar como serpiente. Se mengua la alegría, dando paso a la tristeza arcobricense que evita la mediocridad del momento. En mis ojos se tuestan las monedas de Caronte, se clavan las agujas del instante y la austeridad recorre mi cerebro en forma de liquido negro. Entre mis venas se siente la enfermedad. Entre mi boca se pronuncia haciendo extravagantes ruidos sin lógica alguna. Entre mis músculos se sienten los ligamentos atormentándome en espasmos excesivamente fuertes. Entre mi garganta se ata el nudo de Salomón y la daga se balancea sin compasión sobre mi cuello. Entre mi sangre se siente su presencia, y no puedo dejar de pensar en ello. Irónicamente, me consume mientras escribo o mientras muevo mis dedos lánguidamente entre su sexo.