Bitacora del gran Pez (13-Pez-2025) / 40

Bitacora del gran Pez (13-Pez-2025) / 40

Cumplí 40 años. Estoy contento de haber llegado hasta acá como he llegado. ¿Habría podido ser mejor? siempre. ¿Habría podido ser peor? siempre. He llegado, y he llegado con unas herramientas amplias para aprender a naufragar con calma y convertirme en el gran pez que se predecía.

En cuarenta años he aprendido a huir de las tragedias, a generar mi propia alegría a través de la curiosidad, a crecer en la materia, a disponerme hacia la paz y contenerme para la guerra. En cuarenta años estoy agradecido con el proceso que poco a poco me ha dado mejores resultados: aprender a ser rápido en decisiones y lento en romperlas, aprender a sostener mi palabra y que mi pensamiento sea acción en su mayoría. Gracias a eso he logrado que mi parte laboral haya alcanzado un nivel interesante. En el resto de los aspectos he crecido, pero no fuertemente. He sido, y sigo siendo torpe para tener lástima a los demás y mi terquedad a veces me causa problemas. No logro conectar todavía con las personas a nivel de debilidad y por creerme durante mucho tiempo ser la víctima, ahora no tolero cuando alguien continuamente está en ese estado sin hacer nada para remediarse.

No creo en ser una buena persona, tan solo creo en ser mejor para sí mismo y si mi corazón late rápido, logro ver el por qué y detener la emoción que lo causa. Esto es bueno por mi sensibilidad tan alta, pero es malo porque no se vive la vida a cabalidad.

Me alegra ser sensible, para poder disfrutar de todo lo que da el universo de una manera tan pura y a flor de piel. Irónicamente el pez es lo más sensible, pero a la vez es lo más alejado de la realidad. Tal vez la sensibilidad es la herramienta que nos dieron para no apartarnos de la realidad tan fácil, al ser el último camino para transformarse y dejar este mundo de carne.

He logrado crear máximas para mi vida, no permito muchas cosas y no me permito así mismo algunas más, por alcanzar la tranquilidad. No quisiera volver a aquella época donde todo era espejismo y no lograba estar en paz en mi cabeza. Hoy, cuando los pensamientos negativos y crudos vienen, puedo detenerlos con calma. Me gusta el silencio, pero la vida no le gusta que yo tenga esos instantes. En estos últimos años he tenido problemas con vecinos problemáticos que no saben respetar el espacio auditivo de los demás. También he tenido problemas de salud. Sin embargo, siguen siendo más los pros que los contras.

Hoy recapitulo para la posteridad. Algo simple… humano. No he logrado escribir lo que quiero, pero me siento más cerca de hacerlo al cultivar mi alma para ello. Espero no estar haciéndome un pajazo mental. Miraré de nuevo esta bitácora en algún momento y me reiré probablemente. Hace tiempo dejé de esperar demasiado de la vida y empecé a fluir contra la corriente.

¿Cómo desaparecer por completo? (II)



Sigo aprendiendo a desaparecerme, pero sentimientos que se cruzan, tal como las olas se revuelven en la tormenta. Divago...Ando bien, solo bien. Molesto contigo, pero son cosas que debemos hablar de frente. Tengo un pequeño rencor que no es sano conversarlo por mensajes, sino de frente. Sin embargo, entre tu forma de ser y mi forma de ser hay un termómetro que se revienta cada cierto tiempo y el mercurio, que en esa cantidad no es letal, salta a la garganta, al pecho, a los ojos, ojalá nos obligue a perder la vista para que entendamos lo que es andar a ciegas. Divago...
Parece que sigo desapareciendo. Estoy bien, solo bien. Si estás con ganas de realmente hablar conmigo dime una fecha y nos vemos. Si no quieres no te culpo, en esta vida tan eterna no hay afán para romper el samsara.

¿Cómo desaparecer por completo?



Me gusta la historia de "How to Disappear Completely" de Radiohead. El cantante estaba mal de tanto concierto y otro artista le recomendó que aprendiera a desaparecerse de vez en cuando del mundo para recuperarse su energía...Desaparecer es un requisito para ser humano nuevamente, es hacer clic en restaurar sistema, es naufragar para recordar abrir las branquias. Desaparecer es escuchar desde el antiego, entender que solamente somos simples hormigas en el gran suspiro del mundo, y sin embargo, acá estamos, huyendo de la entropia y aprendiendo a que es necesario apagarnos cada cierto tiempo para preservar la cordura.
Mientras tanto yo intento desaparecer en La Mesa, Cundinamarca. Un pueblito en dónde está el partido de Colombia en ojos de todos y con cada pitido la gente exhala hasta borrarse del espacio e inhala para volver a estar aquí. Todos los negocios sintonizan el partido y los cuernos suenan en la calle. Tengo miedo de que si marcan un gol contrario el pueblo entero desaparezca junto conmigo.