Cruce de caminos (IV)
Estoy acostado, escuchando la trompeta que anuncia la muerte de ella, de su vida, de la mía a su lado. En un e-mail escribo la ruptura y las explicaciones necesarias.
Me acuesto a dormir, camino al cielo saltando por las estrellas hasta encontrar a Kullat Nunu, y contemplo muy dentro del cosmos. Veo a la sabiduría con su forma de algodón de azúcar, de caramelo, de parche de nicotina.
Escucho una voz ronca cerca. Es el diablo que ha entrado al apartamento y se me ha acercado a la cama. Me mueve y me dice que tiene unas botellas para desocupar, saca los cuchillos de mi habitación y me hace bañar.
Mientras siento que el agua cae por mi cuerpo, me dice desde el cuarto que hoy es una noche para sacar a pasear a los perros y sonreír un rato. Abajo hay dos prostitutas, y un carro esperando. Mi amigo el diablo es bello, consciente de mis necesidades suicidas. Salgo y veo a una de esas mujeres, cuerpo pequeño, labios rojos, cabello rizado y un lunar en la mejilla, es hermosa, así sea solo viseras, sigue siendo hermosa, me sonríe…