De mis gustos puedo decir poco: Mujeres de aspecto frágil y con una gran vocación a la lujuria. En cuanto a hombres, concibo diferentes materiales, peros solo si su cara y cuerpo se asemejan al de una fémina.
En cuanto a mis placeres puedo entregarme más poco satisfacerme, es absurdo que el hombre alcance una plenitud completa cuando su angustia lo devora y precisamente, eso es lo que me sucede. No puedo descansar sin sentir que mi semen ha salido, que mis manos han palpado la carne, que mi pelvis fue movida.
De día pienso en lo que haré en la noche y en la noche lo ejecuto. Me he encontrado con diferentes especímenes que parecen racionales pero terminan siendo atontados y claustrofóbicos. Y yo que los retengo en mi entrepierna acabo por destruir lo poco de felicidad que queda en ellos hasta que se liberan de mí y empiezan el ciclo de ellos.
Cuando sucede esto, duro un tiempo pensando y doliéndome entre los diferentes recuerdos, hasta que mi entrepierna vuelve a cazar otro ser dispuesto a ser curado y todo el ciclo vuelve a suceder.
Ahora, el menester es una pelirroja, con gafas si es posible, con poco miedo de salir huyendo, con mucha fuerza para querer surcar la parábola.