Cuando usted reclama lo suyo lo tratan de miserable. Lo peor, entre todos lo declaramos miserable.
Señor lector, ese excedente que le cobran demás en el bus, en el supermercado, o en los recibos de los servicios, es dinero que le están robando. Y si usted permite que lo roben, es problema suyo. Sin embargo, cuando usted cuestiona al otro por reclamar sus derechos, está siendo participe del robo.
Así ocurre con el silencio de los que no quieren pedir la silla azul, con el que le saca la billetera al otro por "necesidad" de mantener su hogar, por el miedo a ser condenado por exigir lo mínimo que se le puede pedir a otro ser humano. Dejemos de preferir ignorar por miedo a ser juzgados...