Muchos argumentan que Dios nunca existió. No lo ven, no lo sienten, esperan que aparezca y los abrace con la ternura con la cual es descrito en el nuevo testamento.
Por mi parte, yo sí creo que existe, solo que es un tipo muy tímido. Se esconde en un árbol vuelto libro, en unas piernas largas, en un pene erecto o un culo pomposo, en un ruiseñor que canta encerrado entre las costillas del poeta muerto, en una milonga que se empolla dentro de un bar de mala muerte y es entonado por un hombre triste de traje gris que sale por las mañanas directo a su casa a masturbarse un rato solo. Dios es la sonrisa de una mujer que le gusta la luna y la observa cada noche con la esperanza de volverla eterna. Es el sol, el infierno.
A veces, pienso que posiblemente Dios se fue a otro multiverso y dejo todo estas sensaciones para que no sea olvidado. Hasta allá no llega mi conocimiento, Y sin embargo, de que existió, existió.