Bogotá (III)
A las tres y media de la mañana, por Bogotá andan regados hermosos borrachos y todos nos miramos las caras con miedo, entras al SITP y te sientas sin saludar, ves las calles con esa paz que solo entrega la muerte y te bajas a seguir recorriendo Bogotá. A las cuatro y media de la mañana la gente sale a sus turnos de mierda, la cara es de solidaridad porque un ladrón está muerto del sueño para atracar, y las bicicletas pasan si estás en la 127 esperando que la misma noche te lleve a otros lugares. A las cinco y media de la mañana en Lourdes se ven caminar cuatro indigentes de lado a lado para que no se los coma el frío y te miran con ansias de pedirte algo pero pasas ignorándolos y llegas a casa con esa sonrisa de saber que la ciudad se sigue moviendo y que sobreviviste al trayecto, que la calle sigue sin quedarte grande y que diez horas se volvieron treinta y seis por una sonrisa de una sirena.