Toxico

Tóxico

Tóxico como petroleo deslizándose en el aire, como un laberinto hecho con anfetaminas, como respirar dentro de una bolsa. Tan tóxico que prefiero números impares y cuestiono toda sonrisa que me hacen, que escupo sandeces y mando a la mierda fácil, que me arranco las extremidades en vez de construírmelas. Tóxico como un helado de Coca-cola y como una botella de emulsión, como el viento que susurra en verano, como una patada en las huevas un día de lluvia. Tan tóxico como lo escrito...

Hambre

Hambre

Hambre de toda clase, de parque y sol y sonrisas, de miradas muertas que se pasean, de conocimiento cristalino que se mezcla con pupilas. Hambre de esas que devoran el sueño y sacan espantapájaros y libros de bibliotecas públicas al borde de la acera, que resumen vidas en crispetas y dan ganas de evaporar cada neurona para disfrutar hasta acallarla.

Sordido

Sordido

Tan sórdido que la luna se esconde, que la sal se sale de la carne, que cada mirada se revuelve y se incomoda. Sórdido como una vinagreta de bbq, como un milagro en una orgía, como la sonrisa de un cajero. Sórdido en este día que se ven parejas a cada instante y mi amiga es dealer y mi amante es un árbol de cocaína.

Bogota (III)

Bogotá (III)

A las tres y media de la mañana, por Bogotá andan regados hermosos borrachos y todos nos miramos las caras con miedo, entras al SITP y te sientas sin saludar, ves las calles con esa paz que solo entrega la muerte y te bajas a seguir recorriendo Bogotá. A las cuatro y media de la mañana la gente sale a sus turnos de mierda, la cara es de solidaridad porque un ladrón está muerto del sueño para atracar, y las bicicletas pasan si estás en la 127 esperando que la misma noche te lleve a otros lugares. A las cinco y media de la mañana en Lourdes se ven caminar cuatro indigentes de lado a lado para que no se los coma el frío y te miran con ansias de pedirte algo pero pasas ignorándolos y llegas a casa con esa sonrisa de saber que la ciudad se sigue moviendo y que sobreviviste al trayecto, que la calle sigue sin quedarte grande y que diez horas se volvieron treinta y seis por una sonrisa de una sirena.

Raiz

Raiz

Siempre tiendes a volver a tus raíces hasta que te das cuenta que creciste con miedo al mundo. Allí es cuando aprendes que no es necesario volver, que papá no tenía razón cuando te decía que el mundo es cruel; es solo un reflejo de nosotros mismos. Tengo una amiga que no golpea nunca a su hijo y me alegro por ella y por que su semilla está creciendo de otra manera. Tengo un amigo que prefiere tocar en la calle a no seguir siendo músico. Tengo una vocecita adentro que me alienta a levantarme a las dos de la mañana a leer un rato mientras el mundo sigue destruyéndose. Papá ya no me mira, sigo quemando mis raíces.

Mantra destructivo Numero 26

Mantra destructivo Numero 26

Siento que me repito, y ya no hay nada interesante qué contar o a quién contarlas, ya no existe alcohol suficiente para hacerme trasnochar divagando, o sonrisas qué despertar en las mañanas. Cada día se cierra ante la premisa de otra vez abrir los ojos y ver lo mismo una y otra vez, escuchar los mismos susurros y las mismas algarabías, la misma música, los mismos olores, las mismas letras. Siento que me repito, y ya no hay nada...