Retraso
Siempre llego tarde a todo. Cuando nací, ya había llegado el primogénito, para mi primer amor yo era el segundo. Ni hablar del transporte, el trabajo, la universidad, y demás espacios en los que me muevo. Como cuando no debo, soy un segundo sueño. Ahora ya no tengo a donde llegar, pero seguro que si lo tuviera, nunca llegaría de primeras. Inclusive, aunque vivo desde hace cuatro años trasbocando sangre todas las mañanas desde su partida, no llego puntual ni a mi muerte.