Sigo buscando a la Demakrada, a la mujer que está detrás de bambalinas de la virtualidad. Escucho sus tímidas sonrisas dentro de mi cabeza, sus pestañeos inconstantes y sus respiraciones de pez. A ella yo le canto en las noches de luna ausente. Le digo que hace mucho tiempo que no visita mis costillas, que cada parpadeo que realiza me hace sentir creativo entre mis miedos, que su sombra que todavía perdura no tienta el consciente.