Del Escritor (IV)
En el principio existía La Palabra:
La Palabra se volvió emoción y de la emoción nació La Muerte. La Muerte destruyó a La Palabra y se entronizó para gobernarnos con El Silencio. El Movimiento fue creado por La Palabra como forma de muerte a la misma Muerte. Y El Silencio se transgredió a sí mismo entregándole a la palabra la posibilidad de ser escuchada.
Tiempo después, La Palabra vino y se posó en mí. Me sacó del ensimismamiento en el que en aquel entonces me encontraba y me entregó la cualidad de La Imaginación. Cuando la palabra me acunó y me enrolló entre sus letras, me dio sus alas con sus silabas y me salvó con su pronunciación. Pero vino La Muerte y trajo tristeza y desgracia, El Silencio alimentó mi boca y La Palabra no fluyó durante mucho tiempo.
Ahora, aquí yazgo con todo lo que fui, con lo que La Palabra me dio y con lo que me quitó. Aquí yacen mis hijos literarios, pálidos, no paridos, parcos.