Pecando de superficial, desearía una pareja con el cabello rubio, cintura delgada, bonitas piernas y grandes senos. Pensándolo mejor a modo superfluo, desearía que no tuviera mascotas y que fuera igual de depravada que yo. Pensándolo un rato más, desearía que fuera inteligente y sabia, que fuera atenta, servicial, follara rico y que me amara como su centro del universo; una masoquista pura en la cama que buscara compartir buenos momentos.
Pensándolo detenidamente, creo que mejor me compro una mascota y sigo compartiendo mi cama con las que vengan, pues la cruel regla dice que después de la fiesta, siempre queda el guayabo.
Bienvenido al Nihilismo emocional…