Mirada (XXIV)


A veces, el mejor remedio es la quietud y la mayor hazaña es la observación.

Exaltacion

Exaltación

Tuve un momento de euforia y ataque de paranoia, donde el árbol sacro vino a mí. Me dedico tiempo entre sus ramas y la calma se acentuaba en mi cabeza y los gritos de batalla se disolvían hasta convertirse en leves sombras.

Tuve un momento de paz hasta escuchar mi conciencia y lloré, con amargura y con tristeza. Quise que todo fuera un sueño, quise que la ventana al cementerio estuviera clausurada y la sensación de soledad se fuera de mi alma. Las mascaras se destruyeron y comprendí al ser con su concepción magnánima, la belleza de este consiste en lo imperfecto. Me confirme simple en medio de mi complejidad. Los átomos se volvieron principio del Om, caos, vacío.

El árbol me meció y de mi garganta salieron gritos desgarradores, lamentos, aullidos que alcanzaron los siete vórtices y se pudrieron mis labios mientras entonaba verdaderos ritos a dioses oscuros hasta sentir nuevamente sus ramas acobijándome.

Al sentir la niebla, desperté y mis lagrimas se calmaron, la locura es un estado transitorio, igual que mis manos en este plano, igual que mi rostro antes del espejo.

De los egoterroristas


¿Por qué la manía de decir asignar la partícula MI a una persona?

Ejemplo: mi gato, mi vida, mi corazón... y todas esas vainas.

Nadie es de nadie, así sea parido o provenga de otro ser. Una vez empieza la vida, ¿cómo tratar de apropiarse del aliento primario ya desprendido y hecho otro?

Egocentrismo de mierda que vive alborotando la semántica y aplicando etiquetas innecesarias.

Sinceridad

Sinceridad

Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo, todo el tiempo.

- Abraham Lincoln

De las transacciones normales de la vida


En algún momento de la vida nos vendemos por algo que consideremos importante. Un carro, una casa, un sueño, una mirada, un orgasmo, una idea. A veces, inclusive, por la simple necesidad de venderse... hasta darse cuenta que no se puede recuperar el orgullo de haberse vendido.

Los pocos que realmente pueden afirmar que no se han vendido, posiblemente lo hayan hecho y no se han dado cuenta, o se niegan a aceptar el cómo funciona la sociedad. 

Escapar de la sociedad tiene un precio, ya sea físico como aguantar necesidades, someterse a no tener un lugar fijo; social como no tratar con las personas o inclusive ser repudiado por ellas mismas; inclusive hasta mentales como las crisis, el endurecimiento para poder sobrevivir y el manicomio.

Ahora, si se acepta el juego de pertenecer a una sociedad, ¿por qué no aprender a ser un buen comerciante?

Momento de Memoria: Derecho a la fiesta

Momento de Memoria: Derecho a la fiesta

En algunos lugares de Colombia, la magia no se ha perdido. La muerte entra avisando con su gran tambor:


toc, Toc, TOc, TOC

TUC TUC TUC TUC TUC TUC TUC TRACK


Los golpes de los cráneos suenan y las masacres ocurren una y otra vez...

Diastole

Diastole

Nena, no me retes a tocar.
de nuevo, este blues tan rojo,
que no soportarías el miedo
de saber que los muertos podemos bailar.

Aléjate y en la punta de tu lengua viperina
escribe nuevos versos llenos de morfina.

Desangra la mentira
que alguna vez nos vendimos.
Sé que si te acercas
Nos revolcaremos en miedos,
seremos ausentes del cielo,
volveremos a ceñirnos en lamentos
y al final, nos odiaremos entre infiernos.