Si hablamos de amores, soy un ser egoísta, que busca con presteza manzanas de oro para sembrar en su jardín.
Mil dragones se esconden entre la hiedra de mi palacio, custodiando mil vírgenes que se pasean desnudas entre los cuartos, dándose amor con sus dedos, abriendo sus piernas al ocaso y al amanecer. Las sombras se arremolinan sobre los gemidos que se gritan cada vez que tienen un orgasmo, el sol cae exhausto al anochecer para darle paso a la lujuriosa y pervertida luna.
Si hablamos de odios, soy el que recuerda a los chistes podridos, un esqueleto de gorrión en las manos de un cruel niño, un escalafón para llegar a la cima. El león se fue dejando las hienas frente a mi mesa, con su sonrisa burlona me han retado a dejarme contagiar y yo he comprendido que no es necesario acercase salvo a lo que puedes tomar con la mano estirada.
Después de las charlas con el hombre cangrejo me dieron ganas de buscarme un nuevo caparazón. para mis sentimientos. Mi corazón es de látex, mi emoción se vuelve dubitativa.