Los sueños se rompen, los abrazos se quiebran. El solsticio trae calaveras y siento que debo refugiarme en mis venas.
El aleteo de los muertos se escuchan en mi cabeza. El soldado fantasma se proclama valiente.
Lucho por no caer ante los sueños, por la tan anhelada estabilidad. La realidad me arranca de sus brazos. Es un complot creado por todos los demás para que muera la felicidad que existe en mí.
¿Quién es la dueña de mis vidas? ¿Acaso no es la diosa ironía?