De la ira y sus efectos en la concentración
Hay algo tan adictivo en la rabia que impresiona la energía del que la posee. El desgaste físico y mental es absurdo, al final de todo el ciclo el cansancio es igual de intenso al subidón recibido. Sin embargo, mientras dura ese momento de adrenalina, todo se puede hacer, TODO... la cabeza entra en un constante bamboleo y la respiración cambia, se habita en otro ser. Tener rabia es romper/se, fragmentar la visión del mundo y reducirlo a una pequeña expresión, la que se desea en ese momento, no importa si se mata o golpea hasta sangrar, la rabia permite que se concentre todo en un solo destino, aunque se enfrasca en repetir un momento, una intensión. Ergo, no se ve el paisaje completo... ¿pero quién quiere ver el paisaje completo cuando solo se piensa en la destrucción? Sentir rabia es trastornarse y trastornar todo un ecosistema, hacer denso un ambiente. Finalmente se va consumiendo todo hasta llegar a la frialdad, en algún momento la pasión se acaba y tan solo queda la sensación de que todo está bien, como debe ser. Después de ese ataque de rabia, nada ni nadie podrá hacer daño, porque el daño no hay nada que rompa lo que ya no puede ser ni pulverizado. Supongo que es cuestión de aprender a cabalgar el tedio del instante hasta que finalice el proceso.