Dicen que hay que enamorarse de una persona inteligente. "No te vayas a la cama con alguien que no tenga libros", "Enamórate de una mujer que lee / de un escritor"... La Sapiosexualidad se vende como pomada en pueblo, como principio de miles de orgasmos que todos vamos a tener. Pero la realidad nos muestra que muchos prefieren aparentar su inteligencia en vez de tomarse el trabajo y desarrollarse; se habla de los errores ortográficos, pero se entra en pánico por deshabilitar el corrector del celular. Posiblemente Colombia siga siendo ese país atrasado, donde el nivel de lectura es inquietante y los comunicadores sociales de octavo semestre no saben leer las pausas correctamente en un texto. Recordemos que venimos de una cultura donde se toman los caminos fáciles para el éxito, tal como exportar droga, o matar al prójimo. Si se insiste en la sapiosexualidad como principio del amor, se corre el riesgo de terminar con personas petulantes, amasadoras de conocimiento, o el otro extremo que incluiría a personajes mediocres que citan a autores cada tres palabras para sostener un criterio. Y para terminar este texto de no ficción, me tomaré el placer de contradecirme y afirmar mis palabras con la cita de Orwell que escribió: "Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano".