El demonio es un hombre muy ocupado. Mientras se baña, escucha las oraciones de los creyentes para reírse un rato. Almuerza en un bufete de los baratos supuestamente para llenarse de amor entre la miseria del ser humano. Por la tarde, visita a los políticos y vende promesas.
Algunas noches viene a hablar conmigo, duras noches me dice mientras parte un pedazo de pollo que venía en una cajita feliz de una de sus franquicias. Destapamos varias botellas de tequila y bebemos hasta estar ebrios. Hablamos de putas, de amores, de serpientes, de mujeres, mariposas y otros monstruos creados por Dios para rompernos las bolas. Se va tambaleando a su casa, mientras en el baño queda el olor a azufre.