Poética: Carta para explicar la racionalidad de mi universo (15-Toro-2013)
De este universo se desprenden muchos Yos, algunos definidos, algunos simplemente en blanco y negro o garabateados entre los hongos/saberes radioactivos del caos estructurado.
De mi yo-literato puedo escribir muchas cosas, una de ellas es que no soporta la mentira. Se la pasa haciendo venenosas sinfonías dedicadas a sonrojar a más de un ego-centrista. Habla de sangre violentada, sexo sucio e ironía desmedida. Sin embargo, mi yo-literato realmente no sabe qué es la mentira y la verdad, mucho menos conoce qué es lo bueno o lo malo, solo se dedica a parlotear cómo bufón de cómo ve la vida. Mi yo-literato se encuentra obsesionado con mi yo-humano: lo lidia, lo besa, lo come, lo sueña y finalmente lo trasboca para continuar el ciclo.
De mi yo-artista puedo decir que se cree libre, risueño, sonoro, digamos que rimbombante. Es algo presumido por pensar que en sus vidas pasadas era también un dios que adoraba a la locura. Hoy en día… para bien de todos, es cuerdo.
De mi yo-masoquista y mi yo-sádico poco digo aunque mucho experimento con ellos. Sonrientes escrivivientes, cincelan palabras eróticas de mi mundo pornocultural.
Estos pequeños ególatras son los dioses que conforman mi yo-humano. Como último, hablaré de él. Puedo extenderme versos y letras de forma descarada, pero mi propósito es aburrirlos, no hacer que nos cortemos las venas. Mi yo-humano hizo un pequeño escrito para de-mostrarse en esta ocasión:
Pertenezco a la escuela del empirismo estructurado y academicismos baratos creados con el objetivo de entender la lógica mundana. Pertenezco al dios Caos, cuyo movimiento me impulsa haciendo que mis días se vuelvan agitados e inconclusos. Pertenezco a la soledad, maniática por razón para conmigo, ofreciéndome las salidas del destino y contagiando con sabiduría mis días lúgubres. De la Madre Serpiente aprendí la mutación, del Padre Coyote aprendí el buen humor, del Padre Zorro aprendí la inteligencia y sagacidad, del Padre Dragón aprendí la sabiduría, del Padre Oso he aprendido la curación, del Hermano Pez he aprendido a fluir. Soy un obsesivo con la evolución. He pertenecido a todo el universo, pero antes a mí mismo. Hago de mis días un nacimiento continuo y una salida a la gran i-realidad.