Aquí estoy de nuevo
oyendo a los Beatles
en Radio Mundial
a las nueve de la noche
en un cuarto que podía ser
y era
el de un santo mártir.
No había pecado
y no sé porqué me condenaban
por ser inocente o por estúpido.
De todos modos
el suelo seguía allí
para zambullirse.
Cuando no se tiene dinero
es conveniente tener músculos
y odio.