Satanas (Mario Mendoza) (Apuntes)
— Tú tienes un talento formidable y eso implica ciertas obligaciones sociales.
— Cómo así, tío.
— Tienes que responderle a los demás.
— Yo lo que quiero es irme lejos, no quiero saber de nadie, estoy harto de esta sociedad y de esta cultura. He pensado en la selva del Chocó o en la del Amazonas.
— Mira, Andrés, sueños de fuga hemos tenido todos. Pero si quieres mi opinión te la voy a dar: para que tú puedas estar en tu estudio pintando horas enteras, en un país como éstos, hay miles de campesinos humildes que madrugan para sembrar en los campos, obreros que se levantan a pegar ladrillos, a cortar caña, a amasar pan, a conducir camiones, a trabajar en los socabones de las minas.Tú perteneces a una casta de privilegiados que lo ha tenido todo. Estás parado en una pirámide social, sobre los hombros de millones de personas. Por eso estás en la obligación de rendir cuentas sobre tu talento, eres responsable ante la sociedad por los beneficios y privilegios que has recibido. Así pienso yo.
— No lo había visto de esa manera.
— Tú no eres sólo tú. Tú eres tu gente, tu pueblo. Te llamas Juan, Ignacio y Beatriz, tienes cinco años, veinte y setenta, eres ama de casa, abogada, secretaria, lechero y mecánico. Tú eres un continente.
— Habla de una manera...
— Cada vez me reafirmo más en esta idea, Andrés. No estamos solos, nos debemos a la comunidad.
— Visto así, tiene toda la razón.