Teoría de la autodestrucción (Alejandro José P.E - Blog: Suicidofilia)
Los seres humanos somos seres vivos. Nada más. Cuya existencia viene envuelta en un halo de misterio, dada nuestra desconcertante procedencia. Una creación de materia sin principio posible, sin futuro definido. Esta absurda cadena de acontecimientos ha dado lugar a un elemento asombroso a la vez que estúpido. La vida. La naturaleza. Un gran ente que muta y evoluciona constantemente, adoptando curiosas formas. Nosotros somos una de ellas. Una gigantesca cadena de montaje sin sentido, de la cual somos un simple engranaje que tiene la capacidad de preguntarse quien fue el primero en construir tamaña atrocidad. Y como el resto de seres vivos, seguimos evolucionando. Podemos descubrir el funcionamiento de la naturaleza, cuales son sus orígenes y hacia donde va. Pero no podemos encontrar la razón por la cual vamos a formar parte de todo esto. Lo cierto es que no la hay.
En nuestras formas más primitivas, no nos diferenciábamos del resto de seres vivos. Seguimos sin hacerlo. Sin embargo nosotros estamos por encima, en el camino hacia una cumbre incierta, puede que inexistente. Hemos adquirido inteligencia, hemos construido sociedades y dominado el resto del planeta (depende del punto de vista del que se observe, las hormigas son más). Pero lo cierto es que estamos escalando por que debemos hacerlo. Debemos evolucionar y seguir reproduciéndonos y perpetuar la especie. Exactamente igual que el resto de nuestros compañeros del universo. Como si fuésemos autómatas, fijados a un programa, con miles de variables y parámetros. Y nos gusta. Nos gusta vivir. Apreciamos cada momento, tratando de respirar aire puro, soñando con prados verdes y enterneciéndonos con niños pequeños. Claro, nos gusta todo aquello que nos permite vivir. Y nos gusta vivir por que estamos vivos. Si no nos gustara mantener relaciones sexuales, no procrearíamos. Si no nos gustara vivir, desapareceríamos. Robots, no somos nada más que eso. Un tentáculo de la naturaleza, que sigue sus designios y que con el tiempo, se vuelve defectuoso y dañino para nuestra omnipotente madre. Un poco de polvo, que se sacude cuando molesta. Y nos creíamos hijos de Dios.
Tenemos que saber, que nadie nos protege. Debemos darnos cuenta de que toda esta incoherencia llamada vida, a la cual amamos y tratamos de mantener hasta el límite, no tiene ningún sentido. Es una sinrazón. Estamos obligados a formar parte de esta cadena de montaje, a ser un engranaje más hasta dejar de ser útiles. Pero ¿y si nos negáramos?¿y si pudiésemos decidir que no deseamos ser una herramienta, que no vamos a contribuir a seguir con esta maldita farsa?. Lo cierto es que no podemos, somos robots. Y estamos programados para seguir queriendo vivir y ser esclavos de nuestra madre naturaleza.
Quizá no hemos llegado a esa cumbre imaginaria, o no hemos llegado todavía todo lo alto que podíamos llegar. No nos comunicamos por telepatía, ni volamos y necesitamos alimentarnos para no quedarnos sin combustible. Pero hemos logrado algo que ningún otro ser conocido es capaz de realizar. Me atrevería a decir, y sería un cobarde si no dijera, que pienso que se trata del mayor logro evolutivo conseguido hasta ahora. Se trata de la Autodestrucción. El suicidio. Morir en el momento en que lo deseamos. Poder decidir si queremos seguir siendo un ser vivo. ¿Pero, somos libres cuando nos suicidamos?. Normalmente el suicidio se asocia al dolor insoportable. La persona no puede seguir aguantando el sufrimiento y decide que no tiene sentido seguir prolongando su vida. En este caso recibe la denominación de eutanasia. La buena muerte. También suele vincularse el suicido con un estado de enajenación transitoria. El dolor del momento no nos deja ver que existe un futuro que puede mejorar nuestra situación. Es aquí donde introduzco mi duda. Se supone que estamos locos cuando no queremos seguir viviendo. Todo aquello que vaya contra la vida, contra nuestra madre, es tildado de enfermizo. En algunas religiones, el suicida va al infierno. Y yo me pregunto, realmente el suicida se encuentra en un estado de incoherencia, o es justamente el momento más lúcido de su vida.
Olvidándonos de todo lo que nos han enseñado, intentando dejar nuestros valores a un lado, ¿no sería el suicidio el único medio para dejar de formar parte de esta sinrazón, llamada vida? Ahora podemos elegir si queremos seguir viviendo o por el contrario acabar con todo. Podemos preguntarnos por qué íbamos a querer morir, si podemos seguir siendo unas marionetas que creen ser felices. Pero también tenemos el poder de gritar a nuestra gran madre, ¡No queremos ser una pieza más de todo este montaje! No somos tus esclavos. Nos has dado el regalo de la vida y no lo queremos, por que tan sólo tú sales beneficiada. Ahora somos libres.¡Dejemos de existir!