Muchas personas detestan los extremos. Vivir en ellos es complicado, aunque lleno de cicatrices el cuerpo se hace menos vulnerable. Dentro de los extremos algo que nos vuelve humanos es el odio, el rencor profundo a algo/alguien y después de pisotear una y otra vez nuestra sombra es necesario volver a encontrarnos con ella, así no lo deseemos. Allí es cuando vamos al otro extremo y encontramos el perdón. Vale la pena ponerse en otra situación y evolucionar por medio del perdón, tomar de la vida lo que nos entrega y seguir alimentándonos, no para ser mejores, sino para ser únicos. Porque eso es un pilar que nos define como humanos: ser únicos y frágiles.