A los que habitan Bogotá pero no son de aquí:
Ustedes provienen de una cultura en donde la muerte reina y cada juego se hace imprescindible para soportar la soledad. Y en medio de la capital es impresionante ver el carnaval que arman por medio de la alegría que despliegan. Algunos como yo, tenemos otra forma de vida en la cual no nos interesa correr tras la muerte ni huirle a la soledad, porque ya nos habitan. Al diablo no se le burla sino que se le honra y se le guarda en silencio dentro de cada corazón. Nos catalogan de fríos, de no hospitalarios, de chichipatos y de tacaños... pero simplemente es otro pensamiento. Y mientras botan basurita, atropellan al otro con sus palabras, se esfuerzan en doblegar a alguien a punta de ruido, no entienden que venimos del caos a buscar paz, no al contrario. Entender al otro es una necesidad para no terminar matándonos, o eso he aprendido en lo poco de vida que llevo, pero la mayoría son tan egoístas que prefieren dañar a ser dañados. Se sobreentiende que pedir dinero molesta al prójimo, pero sus argumentos son tan vacíos e ilógicos que terminan confundiendo caridad con responsabilidad, y es así que dicen que la capital les debe algo y no agradecen lo que recogen de acá, sino solo otorgan males, y bulla y demás resquicios que terminan degradando su propia cultura. He conocido algunas personas en esta época que me han cambiado las ideas en cuanto al que se dice regionalista; y agradezco compartir con aquellas personas. Pero también he conocido aquellos que más valdría que desaparezcan a que sigan pidiendo y pidiendo de todas las formas posibles, en vez de realmente entregar.