Pastas y más pastas de muchos colores. Utilizo somníferos en dosis altas junto con melodías suaves que hacen de mi cerebro una masa de neuronas inertes que mantienen mi cuerpo enfermo. Las putas pastas que no dejan de moverse en la mesita de noche cada tercer día; entran y salen arrastrándose por el cajón con mis manos perezosas. Mis padres están preocupados por mi salud y mis estados de coma inducido, pero gracias a la poca autoridad que tienen junto con la gran cantidad de trabajo que desarrollan no tienen tiempo de preocuparse del porque de mis inviernos.
No tengo ideales, no quiero seguir viviendo en esta vía tan cambiante, prefiero dormir hasta finalmente desaparecer. ¿Para qué preocuparse por el estado del clima si igual ya no salgo? (bendito internet). ¿Para qué preocuparse de la vida si la mayoría del tiempo andamos ya muertos? (Yo solo acelero el proceso). Pastas y más pastas... y la muerte no llega.