Los Cantos de Maldoror - Lautréamont (Apuntes)
Yo quiero mostrar mis cualidades, pero no soy lo
bastante hipócrita para ocultar mis defectos. La risa, el mal, el orgullo, la
locura, aparecerán, alternando con la sensibilidad y el amor a la justicia, y
servirán de ejemplo a la estupefacción humana; todos se reconocerán, no como
deberían ser, sino como son.
Hay quienes suponen que amo a la humanidad como si yo
fuera su propia madre, y la hubiera llevado nueve meses en mi perfumado
vientre.
La sangre corre a chorros por la cara. El pecho es presa de repetidos sobresaltos, y se infla con silbidos. El peso de un obelisco sofoca la expansión del furor. ¡Lo real ha destruido los ensueños del letargo! ¿Quién no sabe que cuando se prolonga la lucha entre el yo, pleno de altivez, y la magnitud terriblemente creciente de la catalepsia, el espíritu alucinado pierde el juicio? Roído por la desesperación se complace en su mal hasta triunfar sobre la naturaleza y hasta que el sueño, viendo atrapar su presa, huye, para no volver, lejos de su corazón, con ala furiosa y avergonzada.
Pero cuál es el poder de mis gotas seminales, que pueden atraer a todo aquello que respira y posee nervios olfativos!
Mientras el cierzo silbaba entre los abetos, el
Creador abrió su puerta en medio de las tinieblas, e hizo entrar a un
pederasta.
No le envidio nada al Creador, pero que me permita
bajar por el río de mi destino, a través de una serie progresiva de crímenes
gloriosos.
La conciencia juzga severamente nuestros pensamientos
y nuestros actos más secretos, y no se equivoca.
Se debate, aunque en vano, en ese siglo en que ha sido
arrojado; tiene la sensación de que no está en el lugar que le corresponde, y,
sin embargo, no puede salir de él. ¡Prisión terrible! ¡Fatalidad espantosa!
Tu espíritu está tan profundamente enfermo que ni
siquiera lo notas, y crees encontrarte en tu estado natural cada vez que de tu
boca salen palabras insensatas, aunque rebosantes de infernal grandeza.
¿Qué le ha reportado al Creador su intento de
inquietarme, como si yo fuera un niño, con una tormenta portadora de rayos? No
por eso dejo a un lado mi resolución de escribir. Estas vendas me incomodan, y
la atmósfera de mi cuarto está impregnada de sangre...
Es hermoso contemplar las ruinas de las ciudades, pero
es más hermoso contemplar las ruinas de los humanos.
¿No puede el genio aliarse con la crueldad en los
secretos designios de la Providencia?, ¿acaso el hecho de ser cruel lo priva a
uno de genio?
Hice un pacto con la prostitución para sembrar el
desorden en las familias.
Imagen: Les Chants de Maldoror by Corominas (2007) [http://www.johncoulthart.com/feuilleton/2008/07/02/maldoror-illustrated/]