Soy un ser triste, melancólico, vacío y destruido que solo se alimenta de inmisericordia y de monotonía. Soy mezquino, cobarde, mal agradecido y desmemoriado. Soy un puto, un cabrón que simplemente se come la vida para después vomitarla a los compases de negras diseñados para ser tocados por violines marchitos. Soy intocablemente humano, me deshago entre el viento y entre estelas. Solo escribo alguna palabra bonita con el único hecho de ignorar mi condición paupérrima de soledad. Soy un entremés de la cordura maldita, una ecuación creada con lógica paraconsistente. Soy un cabrillo que se esconde entre el follaje berreando cuando el viento se mueve demasiado entre las ramas. Soy inserviblemente paranoico, y para colmo de males parezco caricatura de Medioevo, confinado a satisfacer mis necesidades básicas de respirar y resolver el mundo. Soy un ignorante con mal oído y fastidiado he de reconocer, que soy un vil inconsciente que la realidad me golpea día tras día y poco a poco voy perdiendo la batalla entre dejarme vivo o sonreír al disparar el gatillo. Un conmensurado olor de tristeza atraviesa la habitación y las tildes se van perdiendo en mi existencia tan absurda, el color rojo va volviéndose gris y dan ganas de decir no mas con un cuchillo en el cuello. Me busco y me busco dando vueltas al espejo, y lo peor que me sucede es que realmente me encuentro. Y me asombro con tristeza del ser tan nauseabundo que habita en mí. Y solo desea desaparecer, pero entra la tantrica cobardía y se arraiga a mis brazos para que no se muevan mas adentro perforando mi piel.