El invierno nos consume a medida de que vamos creciendo. Poco a poco nos vamos volviendo crueles con nosotros mismos al engendrar nuestros miedos como pichones sin madre. Vamos desbocando nuestro ser directo al abismo de nuestra sabiduría. Porque sí señores, entre más sabios, mas inhumanos nos volvemos. Analícemoslo, pensemoslo bien. Somos humanos hasta el momento que nuestro cerebro pare una idea relacionada con moralidad.
Una pregunta suelta ¿Cuál mandamiento quebrantamos mientras estamos en la casa del vecino, copulando con la mujer del prójimo encima de su mesa y aniquilando su corazón?
Señores, pensemos en lo que está pasando, piensen en ese muerto que están enterrando y dejen de rezar tanto. ¿Saben? El vivir solamente trae mutaciones innecesarias y el morir la paz necesaria. El vivir solo trae la satisfacción y el éxtasis necesario para poder contemplar el futuro como algo deliciosamente concreto.
Soliloquio de mi memoria…