Mi auténtica desgracia es tener poca capacidad y, a menudo, ¡tan vacía! Y sufro por la dificultad de proseguir la excelencia y la gloria de las palabras antiguas.
Voy renqueando, a duras penas, probando ritmos breves, y culmino el poema con músicas triviales.
Y siempre, al concluir una obra, se instala en mí un pesar. ¿Cómo podría sentirme orgulloso y satisfecho?
Me aterra pensar que mi música suena igual que una olla de barro percudida y ser burla y escarnio del repicar del jade.
Voy renqueando, a duras penas, probando ritmos breves, y culmino el poema con músicas triviales.
Y siempre, al concluir una obra, se instala en mí un pesar. ¿Cómo podría sentirme orgulloso y satisfecho?
Me aterra pensar que mi música suena igual que una olla de barro percudida y ser burla y escarnio del repicar del jade.