Uno le va cogiendo respetico a su voz, a lo que sale de su boca, a la palabra que emana y que pide. Uno va cogiéndole amor a sus cualidades, a sus capacidades, a lo que los demás dicen que es fácil y que uno sabe que implica estudio, reconocimiento y esfuerzo. Uno aprende a decirles que coman mierda a los que no valoran lo bello que es uno, lo entregado. Uno va mirando con esa mirada tranquila y sensible, y deja de sentir miedo por la incertidumbre, la abraza y le coge cariñito a la sonrisa que muestra la rabia bien manejada, la berraquera que le llaman, y todo se va a haciendo claro y los demás se pueden meter sus actitudes de mierda por el culo mientras uno sigue dejando que todo arda y se consuma ante el bello, crudo y violento cambio.