Cruce de caminos (V)
El demonio habita en mi vientre y me hace eyacular ilusiones. Me dice que tengo que santificar cada boca y impermiabilizar cada útero. El demonio me susurra que tengo la potestad de ser eterno como Caín y cruel como Jehová, que tengo lengua de serpiente para proferir mentiras y hacer un buen sexo oral.
Sé que él me quiere hacer mejor persona, y me está enseñando a mover mis falanges para que se sincronicen con los gemidos de mis pequeñas amadas. Me dice que tenga ojos de puta cuando lama su vulva joven, y ojos de emperador cuando ellas me lo hagan. Me dice que escupa todo mi veneno en sus senos, en su vulva, en su ano, para poder penetrar con la dureza que tiene la maldad, y que en cada embestida piense en que se está muriendo un niño dentro del vientre de alguna madre para poderme excitar y seguir jugando durante mucho tiempo.
Al demonio nunca lo he visto frente a frente, en su forma infernal. A veces aparece vestido como un ángel de cuero con siete alas saliendo de su espalda, y dos penes largos y gruesos que me penetran y me hacen penetrar. Otra veces solo lo escucho susurrarme, y lo he sentido en mi tacto cuando entro con mis dedos en aquellas pequeñas vulvas y revuelvo toda la miseria que habita en sus universos, y les sonrío mientras veo al demonio sentado en la cabecera de mi cama, masturbándose de la misma manera en la que yo lo hago con aquellas mujeres...
len-ta-men-te...