Diario de Nijinsky (Apuntes)
La lujuria me da miedo porque conozco su significado. Es la muerte de la vida. Los hombres sometidos a ese acicate son como bestias. Y como yo no soy una bestia, me he vuelto a casa.
A mí la muerte no me da miedo, pero a mi mujer sí. Cree que la muerte es una cosa terrible. La angustia mental, eso sí que es terrible, pero quiero que la gente entienda que la muerte del cuerpo no lo es.
Quiero que cure usted a mi mujer, pero yo no puedo ser curado. No quiero ser curado. A nada temo, excepto a la muerte de la sabiduría. Quiero la muerte del espíritu. Mi mujer no enloquecerá si mato su espíritu. El espíritu es estupidez, mientras que la sabiduría es Dios. Lo que usted piensa es debido a que en mí todo lo he construido sobre los sentimientos, pues he perdido mi espíritu. Un hombre que todo lo basa en los sentimientos no es horrible; yo no quiero malos sentimientos, por lo que iré a besar a mi mujer y a decirle lo que Dios me indica. No le tengo miedo a usted. Usted será mi más querido amigo y me comprenderá. También yo quiero ayudarle.
No soy un faquir ni un mago. Soy Dios en un cuerpo. Todos tienen este sentimiento, pero nadie hace uso de él. Yo hago uso de él y conozco los resultados. La gente cree que este sentimiento es un trance espiritual, pero no estoy en trance. Soy amor. Estoy en un trance, el trance del amor. Quiero decir tantas cosas que me faltan las palabras. Quiero escribir y no puedo. Puedo escribir en trance, y este trace se llama sabiduría. Todos los hombres son seres razonables. Yo no quiero seres no razonables, por eso quiero que todos estén en trance de sentimientos. Estoy en trance de Dios. Dios quiere que me acueste. La gente dirá que todo esto que escribo es estúpido, pero en realidad tiene un significado profundo.
Yo no finjo; soy la verdad. Si digo la verdad, toda la verdad, los hombres me matarán. Me asusta un hombre. Me asusta la humanidad, pero me apiado de ella; quiero ayudarles, quiero recorrer todos los caminos que Dios me muestra
Mi mujer me tiene miedo a mí, y por ello me transfiere sus temores. Yo, habiendo experimentado el terror de la muerte junto a un precipicio, no tengo miedo. Nadie quería matarme y un árbol me salvó.
Yo soy un loco con sentido común y con los nervios bien educados.
Ya sé que los pensamientos sin lógica no tienen valor, pero la lógica no puede existir sin sentimiento.
No podía comprender El idiota porque era demasiado joven. No conocía la vida. Ahora comprendo al «idiota» de Dostoievski porque yo mismo he sido tomado por idiota. Sé que las personas nerviosas pueden volverse locas con facilidad, y por ello sentía temor por la locura. Yo no estoy loco y el «idiota» de Dostoievski no es un idiota.
No quiero escribir para agradar. Escribo este libro para pensar, no para escribir. Mi mano se cansa porque no estoy acostumbrado a escribir mucho, pero sé que pronto estaré acostumbrado. Siento dolor en la mano y entonces escribo mal, me disperso. Todos sabrán que mi escritura es la de un hombre nervioso, porque las letras están dispersas. Mis pensamientos no son nerviosos; fluyen con tranquilidad, no de modo tormentoso.
Dice que estoy loco; yo creo que el loco es usted. No quiero humillarme a mí mismo ante usted, y a usted eso es lo que le gusta que hagan las personas. No busco su sonrisa, que es la muerte... Ya no sonrío, no soy portador de la destrucción.
Los hombres no se conocen los unos a los otros. Yo comprendo a los hombres y deseo que no se hagan daño. Quiero salvarles de la maldad. Ellos no quieren ser salvados y yo no quiero ser un contratiempo. Ser un contratiempo no les salvará a ellos. También yo quiero ser salvado. Mi estrella me dice: « ¡Ven aquí, ven aquí!» Sé qué significan sus parpadeos porque sé qué es la vida. La vida es la vida, y no es la muerte. No puedo escribir porque estoy cansado, cansado porque he dormido, dormido y dormido. Y ahora quiero escribir.
Me gusta estar solo. Todos estamos solos. Somos un ritmo. Nosotros somos... nosotros somos tú y ellos. Quiero decir, decir, decir, que lo que quiero es dormir. Quiero escribir y dormir. Escribo, escribo, escribo. Quiero decirte que uno no debe. Quiero decirte que uno no puede. Quiero escribir, escribir.
Crees que ellos están de acuerdo en lo que a mí se refiere. Pero en realidad temen que se note que no saben nada. Nada. Porque todo lo que han aprendido sobre el alma y el cerebro no vale nada. Yo no he temido arrojar de mí todas las enseñanzas y mostrar a todos que no sé nada. No puedo seguir bailando como antes porque todas las danzas han muerto. Y por muerte entiendo no sólo el estado de las cosas cuando muere el cuerpo. El cuerpo muere pero el alma vive. El alma es una paloma que vive en Dios. Yo soy en Dios. Tú eres una mujer como todas las demás. Yo soy un hombre como todos los demás, pero trabajo más que los demás. Y sé más que los demás. Más adelante me entenderás, porque todos dirán que Nijinsky es como Dios. Y tú lo creerás.
No quiero mezclarme en política. No soy político, soy un ser humano, creación de Dios. Amo a todo el mundo y no apruebo ningún tipo de asesinato. Soy joven y fuerte y trabajo muchísimo. No tengo mucho dinero, pero sí el suficiente para atenderte durante toda tu vida.
La muerte llega inesperadamente; con todo, yo esperaba su llegada. Me había dicho a mí mismo que no quería vivir. No había vivido mucho tiempo. Me habían dicho que estaba loco. Yo pensaba que estaba vivo, pero esto poca paz me daba. Sí, yo estaba vivo y estaba contento, pero la gente decía de mí que era maligno. Decidí entonces escribir sobre la muerte. Lloro y estoy muy afligido porque todo lo que hay a mi alrededor está vacío.
Escribo sobre filosofía pero no soy un filósofo. La filosofía no me gusta porque es un capricho de personas corrompidas. No soy Schopenhauer; soy Nijinsky. Soy el que muere cuando no es amado. Me apiado de mí mismo como me apiado de Dios. Dios me ama y quiere darme vida en la muerte. No quiero dormir. Escribo por la noche. Mi mujer tampoco está dormida; está pensando. Me siento muerto.
También he estado loco. Había perdido la razón, pero comprendí la verdad cuando me dejaron en Saint-Moritz; he experimentado profundos sentimientos sobre las cosas. Ya sé que es difícil sentir cuando uno está solo. Pero solamente a solas se pueden comprender los sentimientos.
Quiero escribir sobre la muerte, y en este sentido necesito que haya en mi mente impresiones frescas. Al menos así debe de ser cuando un hombre escribe sobre sus experiencias. Escribiré sobre todas las experiencias que he ido viviendo.
Los críticos, que siempre creen ser más inteligentes que los artistas, con frecuencia abusan de sus prerrogativas y la toman con la interpretación que los artistas hacen de la música; se complacen en hacer temblar ante sus críticas a esos pobres diablos a quienes agobian y meten miedo hasta herirles y hacerle sufrir. Y entonces sus almas se resienten y padecen.
El hombre ha nacido fuerte, pero se debilita a sí mismo porque no tiene cuidado de su vida.
Los copistas me hacen pensar en los monos, porque los monos imitan a los seres humanos. Un mono imita, pero no comprende; es un animal estúpido.
A la gente no le interesan los cuadros modernos, pues piensan que no son verdaderamente artísticos. Compran cuadros antiguos para demostrar su amor al arte. Yo ya me había dado cuenta de que a la gente le gusta el arte, pero que temen decirse a sí mismos: «No entiendo de arte». La gente es cobarde porque los críticos les dan miedo. Atemorizan a la gente para hacer que les pidan su opinión. Los críticos creen que el público es estúpido. Creen que tienen que explicar los cuadros al público y están convencidos de que sin ellos no habría arte. El público no entendería las obras de arte que no hayan sido vistas por los críticos. Yo sé qué significa la crítica: la muerte.
Yo soy el espíritu que hay en un hombre cuyo cuerpo es Nijinsky. Tengo ojos, pero sé que si me sacaran los ojos sería capaz de vivir sin ellos.
Yo quería hablar con ella, pero ella no sentía lo mismo. Le he enseñado mi pie sangrando; a ella la sangre le desagrada. He querido darle a entender que la sangre significa guerra y que a mí la guerra no me gusta, y para hacerle pensar en los enigmas de la vida le he mostrado cómo bailaría una cocotte. Ella no ha seguido porque se daba cuenta de que yo estaba actuando. Las demás personas pensaban que yo iba a caer al suelo y que iba a ponerme a hacer el amor. No queriendo introducir el embarazo en la alegre reunión, me he ido cuando lo he creído conveniente.
No me gusta estar divertido porque sé que la diversión es la muerte, la muerte del espíritu. Tengo miedo de la muerte y por eso amo la vida.
Todos dirán que Nijinsky se ha vuelto loco. A mí no me importa, ya me he comportado en mi casa como un loco. Todo el mundo lo pensará, pero a mí no me meterán en un asilo porque bailo muy bien y doy dinero a todos los que me lo piden. A la gente le gusta un hombre extravagante y peculiar y me dejarán solo llamándome «payaso loco». Me gustan los locos, sé cómo hablarles. Mi hermano estaba en un asilo para lunáticos. Yo estaba orgulloso de él y él me comprendía. Sus amigos de allí también me estimaban. Entonces yo tenía dieciocho años. Conozco la vida de los lunáticos y comprendo la psicología de un hombre loco. Mi hermano murió en un asilo.
Todos pensarán que todo esto es mi imaginación, pero he de decir que todo lo que escribo es la pura verdad. Lo he vivido. Todo lo que describo me ha sucedido a mí.
Yo no soy artificial. Soy vida. El teatro no es vida. Conozco los hábitos teatrales. El teatro se convierte en una costumbre. La vida no. No me gusta el teatro con un escenario cuadrado. Me gusta el escenario redondo. Construiré un teatro que tenga forma circular, como un ojo. Me gusta mirar el espejo de cerca y ver solamente mi ojo en la frente. A veces dibujo un ojo. Me desagradan las polémicas, por eso la gente podrá decir lo que quiera de mi libro; yo callaré. He llegado a la conclusión de que es mejor callar que hablar.
La gente cree que sin inteligencia una persona está loca o alienada. Una persona loca es una persona que no puede razonar. Un lunático es el que no se da cuenta de lo que hace. Yo soy consciente de mis buenas y de mis malas acciones. Soy un hombre dotado de razón. No tengo miedo a las personas inteligentes. Soy fuerte porque siento todo lo que se dice sobre mí. Sé que ellos inventan todo tipo de cosas para calmarme. Los médicos son buenos. Mi mujer también es buena, pero piensan demasiado. Temo su inteligencia. Las personas se vuelven locas porque piensan demasiado; temo por ellos, piensan demasiado. No quiero que se vuelvan locos: haré cualquier cosa para que estén sanos.
Quiero que la gente me comprenda. Le he dicho a mi mujer que destruiré a los hombres que toquen mis cuadernos, pero si tengo que hacerlo, lloraré. No soy un asesino. Sé que desagrado a todos. Piensan que estoy enfermo. No lo estoy. Soy un hombre dotado de inteligencia.